lunes, 7 de abril de 2008

Vía libre al primer trasplante de cara

Fuente: Publico.es.

Nadie diría, a primera vista, que Pedro Cavadas (Valencia, 1965) es uno de los cirujanos reconstructivos más prestigiosos del mundo. Su juventud, su indumentaria informal y la forma llana en la que se expresa pueden hacer pensar a su interlocutor que se encuentra más bien ante un aventurero, un montañero o el encargado de un safari africano. Pero las manos le delatan. Grandes, dotadas de dedos finos y precisos, las manos de Cavadas serán claves para que el cirujano salga airoso en los próximos meses de un gran reto: realizar con éxito el primer trasplante de cara en España.

Tras saltar a la fama por algunos de sus logros, como el primer trasplante bilateral de manos del mundo en una mujer o el injerto de un brazo amputado en una pierna para mantenerlo vivo hasta su posterior reimplante, este cirujano señala que ya tiene el visto bueno de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) para realizar el primer trasplante de cara en España. Se trata de una intervención que sólo se ha realizado en dos ocasiones en mundo, ambas en Francia, si se descarta un supuesto tercer caso realizado en China que, según este especialista, “no cuenta” porque no está bien documentado en la literatura científica.

El trasplante que se propone llevar a cabo Cavadas es técnicamente similar al primero del mundo, llevado a cabo con éxito el 27 de noviembre de 2005 en Amiens (Francia) por un equipo encabezado por los especialistas Bernard Devauchelle y Jean-Michel Dubernard. No obstante, Cavadas advierte de que el caso que tiene entre manos es complejo y “tiene muchas pegas” al margen de la cirugía. Mientras que en el caso de Isabelle Dinoire, la mujer francesa que se convirtió en la primera trasplantada de cara del mundo, el origen del traumatismo fueron los mordiscos de su perro, que le arrancaron parte del rostro, el paciente que operará Cavadas padece una enfermedad rarísima que el cirujano prefiere no citar para no dar pistas que pudieran servir para identificar al receptor.

“El caso requiere un régimen anestésico peculiar y es tres veces más complicado que el causado por un traumatismo, sobre todo por el manejo de la enfermedad”, explica el especialista, que añade que él y su equipo están estudiando mucho el caso para no cometer errores, en primer lugar por el paciente, y en segundo porque va a tener repercusión. “No podemos fallar, aunque si te arriesgas, te arriesgas, pero hay que atarlo todo mucho”, apunta.

No obstante, en este caso, el balance riesgo-beneficio es favorable al paciente, ya que sufre una pérdida facial “más allá de lo que es reconstruible”. “Se pueden conseguir narices muy convincentes con tejido propio, al igual que ocurre con las orejas o un labio –los dos no–, pero a partir de un determinado tamaño del defecto, las técnicas con tejido propio no ofrecen buen resultado, y ahí se considera el trasplante”, sostiene el médico.

En cuanto a los plazos para llevarlo a cabo, Cavadas espera tenerlo todo listo para que se pueda buscar donante a finales de este año. “Eso quiere decir que, en ese momento, lo tienes que tener todo solucionado, que el receptor está al otro lado del teléfono y el equipo médico está listo para empezar”, señala. Una vez alcanzada esa fase, el momento en que realmente tendrá lugar el trasplante “es algo que no se puede planear”, agrega Cavadas, ya que en cualquier momento puede llegar la llamada de los responsables de coordinación de trasplantes anunciando que hay un donante potencial, y es entonces cuando todo se pone en marcha.“En nuestro primer caso del trasplante bilateral de manos”, recuerda, “nos llamaron tras llevar toda la mañana con una cirugía muy larga, que terminó a mediodía. Después preparamos todo y empezamos a las siete de la tarde para terminar a las seis de la mañana del día siguiente. Me habría encantado empezar a las ocho de la mañana, pero es lo que hay. Si estás cansado, ya descansarás”.

Un trasplante parcial

Por otro lado, Pedro Cavadas, que recibió a Público en la clínica que lleva su nombre en la capital del Turia, confirma que su trasplante de cara será parcial, al igual que el de los franceses, y cree que aún habrá que hacer muchos de este tipo antes de atreverse a afrontar el primer trasplante de rostro completo del mundo. A su juicio, esto se debe a un principio básico de la práctica médica, y también de la vida: “No te metas donde luego no vas a poder salir si hay problemas. En un trasplante de manos, si a los 20 años el paciente las rechaza, se las quitas y se queda como estaba al principio, pero el trasplante total de cara incluye los párpados, y si se pierde debido a un rechazo estás dejando los globos oculares desprotegidos, y ese es un mal problema porque un ojo sin párpado es un ojo perdido en un plazo no muy largo de tiempo. Además, encontrar un donante de cara cuesta mucho”.

Precisamente, ésta es otra de las dificultades que hay que superar para llevar a cabo una intervención de estas características: encontrar un donante apropiado. “Es, probablemente, la donación más difícil; ya es complicado encontrar donantes de manos, porque son órganos visibles con emotividad asociada, así que no se sabe el tiempo que puede pasar desde que estamos dispuestos y con todos los problemas técnicos solucionados hasta encontrar un donante. Además, al tratarse de trasplantes singulares que tienen repercusión, la familia del donante, de algún modo, puede acabar sabiendo quién es el receptor”, añade.

En cuanto al trasplante en sí, tendrá lugar en el Hospital La Paz de Valencia y supone un reto desde el punto de vista de la organización, si bien “las doce horas de cirugía son un ratito comparado con todo lo demás”, como la gestión de la medicación inmunosupresora, que es siempre “el precio a pagar por el paciente trasplantado”. “Hay que engañar al cuerpo para que aguante y no rechace un tejido de otra persona, y el único modo que sabemos para conseguirlo es envenenar el sistema inmune del paciente, dejándolomedio desconectado para que no reaccione violentamente contra el órgano trasplantado, aunque entonces tampoco lo hace contra infeccionesy tumores”.

En esta misma línea, el cirujano maxilofacial Patrick H. Warnke, de la Universidad de Kiel (Alemania), autor en 2004 del primer trasplante de mandíbula regenerada por el propio paciente tras serle injertada bajo el hombro, explica a Público que la medicina regenerativa, y sobre todo la ingeniería de tejidos, será “la solución en el futuro para evitar las enfermedades secundarias que pueden apareceren personas sometidas de por vida a medicación inmunosupresora, como el cáncer”, la principal pega de los trasplante.

Inmerso en solucionar problemas graves, Cavadas no quiere ni oír hablar de la cirugía estética. El especialista, que reconoce que llegó al campo de la cirugía reconstructiva “casi de rebote”, prefiere dejar esa especialidad “para quien le guste”. “Es la cirugía de la banalidad y la vanidad”, remacha Cavadas, que muestra su preferencia por la gente “con problemas de verdad, que lo está pasando mal”. Por último, preguntado por sus detractores, lamenta que “el ser humano vea siempre como agresivo el éxito de otro”. “De acuerdo que no sea bueno, pero déjalo en neutro”.

El trasplante de antebrazos más atrevido

Tras los buenos resultados obtenidos con el primer trasplante bilateral de manos en una mujer en noviembre de 2006 –Alba Lucía Carmona– y de otro caso posterior que también está evolucionando como se esperaba, Cavadas y su equipo esperan poder realizar en los próximos dos meses, cuando surja un donante, la primera operación de este tipo del mundo en el que el injerto se realizará por encima de la altura de los codos.

Nunca se ha hecho antes un trasplante tan alto, y el cirujano cree que el resultado será “bastante peor” que si se ejecutara a nivel de los antebrazos. Aunque en principio la cirugía a emplear será menos compleja, ya que a ese nivel hay menos músculos, nervios, venas y arterias, y además todos los elementos son más grandes, el sangrado es mucho mayor,
al igual que el tamaño de las heridas y el resultado funcional.

“No se ha hecho todavía en el mundo, pero extrapolando lo que ocurre con un reimplante de un antebrazo propio a ese nivel, el resultado será mejor que una prótesis, pero no espectacular. El paciente [un hombre que sufrió un accidente al recibir una descarga de corriente de alta tensión] podrá mover el codo y hacer una pinza básica con la mano, que es mucho más de lo que se consigue hacer con una prótesis, pero menos de lo que se puede hacer con un trasplante a nivel del antebrazo”, apunta Cavadas.

La existencia de prótesis cada vez más avanzadas podría modificar el panorama del mundo de los trasplantes en el futuro, al convertir algunos en innecesarios. Por ejemplo, la existencia de prótesis de piernas y manos hacen poco razonable la realización de trasplantes de miembros inferiores, y también de los de una sola mano. En el caso de las manos, someter a un paciente al riesgo que supone la medicación inmunosupresora es discutible que sea beneficioso, ya que teniendo una sola mano sólo hay cuatro o cinco tareas que no se pueden hacer, como por ejemplo abrir una botella.

“Someter al paciente a un riesgo de complicaciones serias o la muerte no es justificable en estos casos”, señala el cirujano valenciano, que cree que los trasplantes y las prótesis son dos vías “que avanzan en paralelo”. “En los países donde hay enormes dificultades para conseguir donaciones, cuando las prótesis estén bien desarrolladas podrían ser una opción más razonable, pero en España es mucha mejor opción un trasplante”, concluye.

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