miércoles, 3 de octubre de 2007

El plomo, un riesgo para la salud

Fuente: Consumer.es.

La OMS alerta sobre el riesgo potencial del plomo sobre todo en niños ya que puede interferir de forma significativa en su desarrollo

La noticia de la retirada del mercado de juguetes en los que se había detectado un exceso de plomo en la pintura, ha disparado de nuevo las alertas por posibles casos de intoxicaciones. La intoxicación por plomo ya había sido un problema preocupante pero gracias a las normativas aplicadas, la exposición al metal se está reduciendo desde 1970. Ahora, un estudio señala que un 13% de los casos de retraso mental en la infancia pueden ser atribuidos a contaminación por este mineral y que cuatro de cada diez niños presentan niveles altos en sangre.

Mínimos niveles, tóxicos

Son numerosos los estudios que demuestran el efecto perjudicial del plomo sobre la salud, especialmente en los niños. Un estudio auspiciado por la OMS y publicado en Environmental Research, señala que un 13% de los casos de retraso mental en la infancia pueden ser atribuidos a contaminación por plomo y que cuatro de cada diez niños presentan niveles altos de este mineral en la sangre. Los menores son más sensibles a los efectos del metal porque su sistema nervioso, en desarrollo, es más vulnerable. Además, tienen conductas, como llevarse objetos a la boca, que favorecen las intoxicaciones y presentan mayor capacidad de absorción del plomo que los adultos.

Durante el embarazo, el plomo cruza la placenta y llega al feto. Se han descrito malformaciones vertebrales, cardíacas, renales y en extremidades del recién nacido. Las distintas manifestaciones clínicas se correlacionan con los niveles de plomo en sangre. La encefalopatía plúmbica se relaciona con altos niveles de plomo superiores a 80 microgramos por decilitro (µg/dl), el deterioro cognitivo con 50 µg/dl, la neuropatía (enfermedad del riñón) con 40 µg/dl y la neuropatía periférica con 20 µg/dl. Incluso con valores bajos como 10 µg/dl puede aparecer anemia y con cifras menores de 10 µg/dl, se ha referido, en niños, deterioro intelectual y en niñas, retardo en el inicio de la pubertad.

Mientras que en adultos el límite es de 30 µg/dl, en niños, por su mayor sensibilidad, los niveles máximos tolerados de plomo son menores. Por ello, niveles por encima de 10 µg/dl se consideran elevados. El diagnóstico de la intoxicación por plomo suele ser difícil, ya que los síntomas a menudo son inespecíficos. La medida más utilizada es la determinación de plomo en sangre y la zinc-protoporfirina. El tratamiento consiste en alejamiento de la fuente de exposición, cambios en los hábitos, y una dieta adecuada en calcio, hierro y vitamina C sobre todo en niños. Dependiendo de los niveles de plomo, la terapia quelante, que se aplica para eliminar metales pesados, requiere la administración intravenosa de un suero fisiológico con una serie de substancias, como EDTA y complejos polivitamínicos, poliminerales y antioxidantes con la intención de 'limpiar'las arterias.

Inhalado o Ingerido

El plomo puede ser inhalado a través del sistema respiratorio o ingerido y absorbido por el aparato digestivo. Tras su absorción, circula en sangre unido a los glóbulos rojos y posteriormente se distribuye a los tejidos del hígado, riñón, médula ósea y sistema nervioso central, órganos diana de su toxicidad. Entre uno y dos meses, el plomo se difunde a los huesos donde se mantiene inerte y no tóxico, aunque en ciertas situaciones como inmovilidad, embarazo y la toma de algunas medicaciones, puede volver a movilizarse desde el hueso. Finalmente se excreta por orina, aunque una pequeña parte se elimina por la bilis, piel, cabello, uñas, sudor y leche materna.

Pese a que la intoxicación por plomo más frecuente es la crónica, después de una exposición a gran concentración, puede darse toxicidad de forma aguda, presentándose como encefalopatía, insuficiencia renal y síntomas gastrointestinales. Dolor abdominal, cansancio, cefalea, irritabilidad, dificultad en la concentración y estreñimiento son el paquete de síntomas más habituales, además de anemia. El dolor abdominal puede ser intenso y se conoce como 'cólico saturnínico'. En algunos pacientes el plomo se deposita en las encías en forma de una línea oscura entre la base del diente.

A nivel del sistema nervioso, la intoxicación se manifiesta en los nervios periféricos, sobre todo de los miembros superiores, provocando lo que se conoce como 'mano del pintor', porque se solía presentar en estos trabajadores por el uso de pinturas con alto contenido de plomo. En los niños, el plomo puede inducir lesiones en el sistema nervioso provocando problemas de comportamiento y aprendizaje, como la hiperactividad. Asimismo, puede inducir a crecimiento lento, retardo de la pubertad, sordera, cefaleas y pérdida de memoria y de concentración.

Precauciones en casa y en el trabajo

El excesivo uso del plomo en el pasado supone un problema en la actualidad. Hasta 1978 se utilizaba libremente en materiales de construcción como pinturas y tuberías y hasta finales de los 80 en la gasolina. La utilización indiscriminada en el pasado implica que actualmente este metal se encuentre en el agua, suelo y aire de la mayoría de edificios viejos, por lo que existe un posible riesgo de intoxicación. Es importante conocer las potenciales fuentes de exposición al plomo para minimizar su contacto. Las dos más importantes están en el hogar y el entorno laboral.

La casa, especialmente si el edificio está construido antes de 1978, es el principal punto de exposición. El plomo puede hallarse en el agua, como consecuencia de la corrosión de las tuberías viejas, grifos y soldaduras, y en el aire, en forma de polvo desprendido de la pintura de la pared y de muebles antiguos. También se encuentra en el suelo, la tierra del jardín y en elementos de decoración como cerámica barnizada y vidrio plomado. Si las tuberías son viejas, se aconseja dejar correr el agua durante unos 20 segundos antes de usarla y no utilizar el agua caliente del grifo para beber o cocinar. En caso de duda, los expertos recomiendan contratar una empresa para que analice el agua.

En cuanto a la pintura de la casa, muebles y juguetes, si se sospecha que contienen plomo puede realizarse un análisis. Nunca deberá quitarse la pintura manualmente ya que esto produciría polvo y aumentaría el riesgo de intoxicación; mejor contratar un profesional. También en el ámbito doméstico, el metal puede ser ingerido por contaminación de los alimentos envasados. En algunos casos, los ácidos disuelven el plomo de recipientes con recubrimiento interno inadecuado, como sucede en las latas abolladas. Otro problema son las bolsas de plástico impresas que están en contacto con los alimentos, ya que en algunas se han detectado niveles elevados de plomo en la tinta de impresión.

Otra de las fuentes más comunes de exposición al plomo se encuentra en el entorno laboral. Empleos que conlleven actividades como lijar pintura vieja, manipular algunos metales y trabajar con barniz de cerámica tienen un mayor riesgo. Se aconseja lavar y secar la ropa de trabajo aparte, lavarse frecuentemente las manos y la cara, sobre todo antes y después de salir del trabajo, y no utilizar herramientas del trabajo en casa. Asimismo, para minimizar la exposición al plomo, es importante mantener una dieta equilibrada rica en vegetales y minerales, ya que el calcio, hierro y vitamina C dificultan la absorción del metal.

Beneficios de la lectura

Un estudio publicado recientemente en la revista Neurolgy señala que una buena capacidad de lectura, protege al cerebro contra los efectos del plomo. Un equipo del Centro de Neurología Ocupacional y Ambiental de Baltimore (EEUU) ha estudiado los efectos de la exposición al plomo en 112 trabajadores de una fundición de plomo. Se analizaron pruebas de pensamiento y habilidad motora así como una medida de la capacidad de lectura y los trabajadores se dividieron en dos grupos, alta y baja reserva cognitiva, dependiendo de los resultados.

El estudio demostró que ambos grupos tenían similar grado de afectación motora. No obstante, los efectos perjudiciales a nivel cognitivo fueron 2,5 veces mayores en los trabajadores que tenían baja capacidad de lectura. «Esto sugiere que una alta reserva cognitiva tiene una efecto protector que permitió a estos trabajadores mantener sus capacidades, incluso a pesar de que el plomo había afectado a su sistema nervioso, como se demuestra mediante su efecto en sus habilidades motoras», manifestó Margit L. Bleecker, autora del estudio.

Los investigadores justifican estos resultados arguyendo que un aumento en la cantidad de sinapsis en las neuronas corticales podría permitir más capacidad cerebral con la opción de usar circuitos cerebrales alternativos en caso de que algunos resulten dañados.

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