miércoles, 10 de octubre de 2007

Dejar de fumar sin dejar la nicotina

Fuente: Publico.es.

Cada vez existen más métodos para ayudar a los adictos a la nicotina a abandonar un hábito que, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), matará a 1.000 millones de personas en el siglo XXI.

Las leyes son, además, cada vez más restrictivas. En países como EEUU, fumarse un cigarro entre cuatro paredes comienza a ser una quimera. Pese a todo, la reducción en el consumo de tabaco no suele superar el 1% anual en países desarrollados con una elevada tasa de fumadores, como España o Reino Unido.

Ante esta situación, el epidemiólogo de la Universidad de Nottingham (Reino Unido) John Britton y el experto en Salud Pública de la Universidad de Otago (Nueva Zelanda) Richard Edwards proponen hoy en la revista médica The Lancet dar una vuelta de tuerca a la lucha contra el tabaco.

Ofrecen dos soluciones: facilitar el acceso a los productos sustitutivos de la nicotina –en la actualidad, en España, sólo se venden en farmacias, tal y como establece la ley para todos los fármacos– y liberalizar productos tabáquicos con nicotina, pero que no se fuman, cuyo máximo ejemplo es el tabaco de mascar.

Numerosos estudios son claros al afirmar que este tipo de productos son menos dañinos que el tabaco que se consume en cigarrillos o en pipa, aunque siguen siendo peligrosos. La nicotina es, paradójicamente, la sustancia que menos daño hace a los fumadores. Las enfermedades por tabaquismo suelen estar provocadas más bien por otras toxinas y carcinógenos presentes en los cigarrillos.

Dos tendencias

El artículo en The Lancet refleja que en la comunidad científica conviven dos tendencias opuestas. Por una parte, están aquellos que consideran una aberración dejar de condenar el consumo de cualquier forma de nicotina y, por otra, se encuentran los que creen que puesto que los productos
tabáquicos sin humo son una forma eficaz y menos dañina de sustituir el consumo de cigarrillos, habría que aprovecharlos en beneficio de la salud pública.

A favor de esta última teoría, Britton y Edwards recuerdan en su artículo estudios predictivos que demuestran que si en EEUU se comercializara el snus (tabaco de mascar muy popular en Suecia), el tabaquismo se reduciría casi el triple cada año que en la actualidad. La condición sería advertir en el etiquetado que el snus es dañino, pero menos que el tabaco de fumar.

Para el neumólogo del Hospital de la Princesa de Madrid, Carlos Jiménez Ruiz, esta estrategia debería ser evaluada: “Es hora de intentar acabar con el tabaco no sólo mediante la prevención y el tratamiento, sino a través de la reducción de daños”.

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